El sindicato de controladores reclama que la formación vuelva a ser pública ante la escasez de profesionales por el alto coste de los cursos y la desigualdad con en el resto de Europa
Libre pero vedada. La profesión de controlador aéreo se ha convertido en «discriminatoria» en España para la Unión Sindical de Controladores Aéreos (Usca) porque dejó de ser accesible a todo el mundo a raiz de la reforma que sucedió al cierre del espacio aéreo en 2010. «Hasta 75.000 euros» se sitúan ahora entre el aspirante y el puesto, denuncian.
«No acceden a la profesión los mejores sino los bolsillos más pudientes», afirma la responsable de comunicación de Usca, Susana Romero. «La discriminación económica es un filtro importantísimo, una barrera fundamental que limita la igualdad de oportunidades».
Y los posibles económicos, para el sindicato, no deben marcar, los criterios para acceder a una profesión necesitada de efectivos. «Antes las plazas surgían en función de las necesidades», recuerda Romero. Hasta 2010 Enaire pagaba la formación que se impartía en la escuela pública Senasa tras aprobar las pruebas iniciales.Incluso «había una beca que daba para poder vivir en un piso compartido ese tiempo», recuerda.
La capacidad económica también reduce, tal y como está ocurriendo, el número de aspirantes que se lanzan a probar suerte en las pruebas de selección previas al proceso formativo. En 2001 se presentaron 6.770 aspirantes y en 2004 7726 y 4.894 en 2006. En 2016, tras 10 años sin convocatoria sólo acudieron 1.231 personas y hace apenas tres meses se presentaron 1.654.
«Si tienes una muestra amplia te puedes permitir niveles de exigencia muy altos. Con menos candidatos es difícil pensar que se puedan mantener los mismos niveles de exigencia», explica María Jesús Álava, a comienzos de siglo estaba en la selección de Aena.
Artífice del modelo que fue calificado como el mejor del mundo en el año 2000, Álava le incorporó criterios como la valoración de los alumnos por parte de sus nuevos compañeros en los centros y torres de control. «Entonces el fracaso en los cursos de formación para controlador en España no alcanzaba al 5% frente al 50% de suspensos que tenía el sistema en EEUU. En su opinión «el cambio de sistema de selección es difícilmente justificable por causas técnicas».
«La realidad es que la privatización fue un negocio y que muchos controladores se quedaron en el paro», sentencia Romero. «Ahora no dan las clases controladores en activo sino prejubilados».
Esta privatización ha marcado distancias también entre el acceso al control aéreo en nuestro país y en los de nuestro entorno. Y en un espacio aéreo europeo que camina -aunque lentamente- hacia un Cielo Único, las desigualdades en los procesos de formación de sus profesionales son tangibles.
«Esto no se produce en ningún otro país de la Unión Europea; sólo en España está privatizada; en el resto la formación para controlador aéreo está en manos de los Estados miembros». Es más, afirma la responsable de comunicación de Usca, Islandia, «el único donde la formación era privada, dio marcha atrás al ver los malos resultados» y revirtieron el sistema de nuevo al sector público.
Como ejemplo, en Italia el responsable de navegación aérea selecciona a los candidatos y durante el tiempo en que los envía a una academia reciben un pequeño salario. Mientras, por su parte, Alemania y Eurocontrol los forman en su propia escuela de Toulousse.
De cara a los tráficos más directos y unificados que resultarán de la implantación del Cielo Único europeo, una formación uniforme, tanto en los criterios de acceso como en su desarrollo, resulta importante. «Sería lógico que los criterios en toda la UE fueran comunes, y las condiciones de acceso iguales porque si no, hay una discriminación de base», considera Álava, que cuenta que cualquier persona se puede presentar en cualquier país de la Unión pero luego debe obtener una homologación en cada uno.
Pagar una formación cuyo coste asumen otros Estados miembros tampoco ayuda a la uniformidad: «Discrimina a una parte importante en cualquier empleo público», explica la responsable de comunicación.
En los últimos cuatro años el número de controladores ha caído de forma inversamente proporcional a como lo ha hecho el tráfico, pasando de una plantilla de 2.298 a 2.059 profesionales a uno de enero de 2018. Se trata, según denuncia el sindicato, de un 10% descenso, consecuencia de la ausencia de convocatoria de plazas para esos puestos entre 2006 y 2016. Las jubilaciones de unos 50 trabajadores cada año han hecho el resto.
En 2016 y 2017 el Gobierno ha retomado la convocatoria de plazas paralizada desde 2006. Sin embargo, la Asociación Profesional de Controladores de Tránsito Aéreo (Aprocta) ha estimado que en los próximos harán faltan 500 nuevos controladores para afrontar los aumentos de tráfico previstos de entorno al 9%. Y las dos selecciones convocadas hasta el momento no suman más de 236 nuevas plazas.
La habilitación para desempeñar las labores efectivas del puesto de controlador puede requerir 18 meses de formación durante los cuales el aspirante no cuenta con ingresos.
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