http://rrabogadoslaspalmas.com/

domingo, 10 de octubre de 2010

La juventud 'perdida' de la justicia

Os traigo esta información que os puede resultar interesante si pensáis en opositar a Jueces y que, aunque tienen notas de Murcia la mayoría es aplicable para Canarias, lo ha publicado La Verdad:



Unos cien murcianos luchan en esta convocatoria contra otros 3.000 aspirantes para 400 plazas de jueces y fiscales. Una batalla que se libra con los codos
Jueces y fiscales emplean hasta seis y siete años en aprobar la oposición y se ponen la primera toga con una edad media de 32. Conseguir una plaza exige dedicación exclusiva y, en muchos casos, sacrificios que se llevan por delante parejas y amigos
ALGUNAS CIFRAS
100
murcianos, aproximadamente, se presentan este año a las oposiciones de jueces y fiscales.
6.000
folios componen, como norma general, el temario que tienen que 'memorizar' los aspirantes.
10
horas al día de estudio como mínimo para acudir con ciertas garantías. «Menos es desaconsejable».
32
años es la edad media con la que jueces y fiscales acceden a su primer puesto de trabajo.
62%
de los jueces y magistrados del TSJ de 31 a 40 años son mujeres. De 61 a 70, sólo el 10%.
He llorado en mi cuarto alguna tarde de verano». La frase es de un juez murciano, con varios años de ejercicio, que rememora su época de opositor. Aquellos 'maravillosos' años en los que estudiaba diez horas de media y en los que perdió muchas cosas. Casi tantas como las que ganó. Y no lloraba por el calor, precisamente. Las oposiciones a Judicatura (jueces y fiscales) son una de las más duras de la administración pública junto a las de Notaría, Registro o Abogado del Estado. Pruebas que exigen no menos de cuatro o cinco años de dedicación exclusiva, en el mejor de los casos.
En una época de profunda crisis económica y -por qué no decirlo- también de valores, el esfuerzo empieza a ser una especie en peligro de extinción, pero también una condición 'sine qua non' para salir del hoyo. Últimamente, la palabra 'funcionario' no suele relacionarse con esfuerzo, pero pasen y vean. Aquí, en la Región de Murcia, alrededor de cien personas están preparando estas oposiciones, según las estimaciones realizadas por diferentes fuentes consultadas. No hay datos concretos porque es una oposición nacional y en las listas no aparece el lugar de procedencia del aspirante. En total, más de 3.000 alumnos pelearán por una de las 400 plazas que ha dispuesto la convocatoria de este año, 250 de jueces y 150 de fiscales para todo el país. 'La Verdad' ha localizado a dos 'representantes' murcianos de esta carrera de fondo (uno de ellos casi ha ganado), a sus preparadores y a jueces de renombre para que cuenten con pelos y señales, en primera persona, cómo se supera un examen de estas características y las posibles consecuencias que acarrea el 'aislamiento social' que en muchas ocasiones se requiere para poder «sacar adelante los temas», como dicen ellos. Todo un pulso con la propia vida que algunos abandonan frustrados y que otros ganan con tinta -la sangre no llega al río-, sudor, y alguna que otra lágrima.
Un examen que son tres 
Las oposiciones al cuerpo de jueces y fiscales del Estado se dividen en tres exámenes que se suelen desarrollar a lo largo del año. Cuando uno decide ponerse a ello, «se acabó la vida civil». Nadie aprueba en ese primer año. Tampoco en el segundo. Algunas 'deidades bibliotecarias' lo lograron en dos años y medio, como el juez del Tribunal Superior de Justicia de Murcia con el que ha hablado este periódico. Pero lo lógico es que pasen tres, cuatro y cinco años hasta que se superan las tres pruebas. El primero es el más sencillo -por calificarlo de alguna manera- y el considerado por el sistema judicial como la 'criba de los débiles'. A lo espartano. Un test de 100 preguntas y dos horas y media de duración sobre 321 temas. Unos 5.000 o 6.000 folios de vellón. El segundo examen, al que muchos se enfrentan estos días, es oral. Se deben exponer cinco temas elegidos al azar entre Derecho Civil, Derecho Penal y Derecho Constitucional en 60 minutos delante de un tribunal formado por el presidente (magistrado del Tribunal Supremo o del Tribunal Superior de Justicia) dos magistrados, dos fiscales, un catedrático de Derecho, un abogado del Estado, un abogado con más de diez años de ejercicio y un secretario judicial. «Parece que vas de acusado», como asegura con sorna el mismo juez. El tercero es la meta dorada. Otro examen oral de órdago para rematar la faena. Aquí entran Procesal Civil, Procesal Penal, Mercantil, Laboral y Administrativo.
Pero el porcentaje de aspirantes que llega hasta el final del camino se reduce considerablemente prueba tras prueba. A la cima sólo llegan los mejores. Los más preparados, aunque todas las fuentes consultadas coinciden en señalar que, a la hora de aprobar, «la suerte influye mucho. Un mal día te puede arruinar muchos años de tu vida». Pero, ¿cómo se logra llegar con éxito hasta la 'cúspide de los elegidos'?
Diez horas al día
En principio, y según las mismas fuentes, estudiar menos de diez horas diarias «es desaconsejable». Un horario tipo es de nueve de la mañana a dos de la tarde y de cuatro a nueve de la noche, seis e incluso siete días a la semana. «Como un trabajo normal, sólo que sin retribución alguna». Las anécdotas sobre 'ahorro de tiempo' de los estudiantes se cuentan por centenares, y aquella en la que la madre le corta el filete a su hijo para que no pierda tiempo con otros menesteres -pocos días antes de hacer el examen- es una de las más lustrosas. Cuando preguntamos qué se necesita para aprobar la oposición, los ingredientes coinciden en todos los interlocutores: constancia, esfuerzo, una pizca de suerte y mucha, mucha memoria. A puñados. De hecho, y según este juez, uno de los más prestigiosos de la Región que no quiere dar su nombre «por prudencia», «la prueba es demasiado teórica, demasiado memorística. Pero no se evalúa sólo la memoria. Se evalúa la capacidad de trabajo, la capacidad de asumir un reto complicado, la personalidad, la disciplina... Además, en esta profesión es necesario conocer bien el Derecho y la prueba es objetiva: te lo sabes o no te lo sabes. Ahora bien. Quizá se estén escapando en el proceso de selección variables importantes para jueces y fiscales, como la creatividad, el manejo de grupos, la capacidad de análisis...».
Este juez también encuentra otro 'pero' en el sistema, y es la «ausencia de pruebas psicotécnicas, con lo que se puede 'colar' algún 'pirado'». Una crítica a tener muy en cuenta. ¿Se puede permitir la Justicia tener en nómina a magistrados o fiscales 'tocados' psicológicamente? «Hay magníficos jueces que pueden ser algo oscuros, pero eso va en la personalidad de cada uno. También hay gente muy sana que no tiene sentido común. Deprimidos o bipolares puede haber en todos los sectores, pero aquí convendría identificarlos». Y haberlos, haylos.
Las consecuencias
El nivel de exigencia que imponen estas oposiciones muchas veces supone que la 'vida social' muera por inanición. Es una oposición «muy dura» que exige «sacrificios». Y el primer sacrificado es el entorno del opositor. Familia, amigos, novio/a y salidas ociosas en general. La oposición y los temas son lo primero. Todo pasa a un segundo plano. Eso provoca «dejar muchas personas en el camino», según una murciana que aprobó el último examen hace poco más de cuatro meses. «Las rupturas sentimentales también son un clásico», según apunta el juez del TSJ. Y es que el sacrificio que los opositores 'exigen' a sus parejas muchas veces acaba con la paciencia del novio o novia en cuestión. Además, el cambio de vida que supone tanto sumergirse en el mundo de la oposición como aprobarla suele llevarse un buen puñado de cosas por delante. Como una avenida de agua tras una lluvia torrencial. «Empiezas una nueva etapa y muchos necesitan soltar lastre y pasar página», según los alumnos preguntados.
Las oposiciones a Judicatura son una «prueba de vida» que hace crecer personalmente, según este magistrado. Con días buenos y días malos. Con altibajos. Con tantas satisfacciones como decepciones. Con situaciones límite en las que el llanto quizá sea la mejor salida. «Suspender uno de los exámenes después de tantos años de esfuerzo te puede destrozar. Muchos abandonan realmente frustrados». Pero otros no. Otros la siguen hasta que la consiguen. El papel del preparador aquí es fundamental. Es como un 'segundo padre' en el que apoyarse en los peores momentos. De hecho, y según José Luis Díaz Manzanera, fiscal del TSJ y 'maestro' de opositores, «no conozco a ninguna persona que haya aprobado sin preparador». «La función es doble. Por un lado, la de estratega. Hay que ganar y planificamos cómo hacerlo». Pero, por otro lado, «también tenemos que hacer de psicólogos e intentar aislar al alumno de todos los problemas que puedan afectar a su preparación». Lo del segundo padre se ejemplariza cuando el preparador recibe la llamada del alumno tras hacer el examen. «La alegría cuando aprueban es inmensa. Tan grande como la frustración que me invade cuando suspenden. Son sentimientos muy fuertes porque el vínculo con el alumno es muy estrecho», asegura.
Un 'paraíso' en Barcelona
¿Y qué pasa cuando, después de tres, cinco o siete años se acaba el camino de espinas y se aprueba la oposición? Lo de irse de fiesta toda la noche no es un denominador común. El bajón químico después de sufrir tanto estrés suele ser importante y a muchos sólo les apetece descansar. Después, y tras celebrarlo como se merece o como se puede, los 'aptos' que deciden seguir la carrera de Fiscal realizan un curso teórico-práctico en Madrid. Los que se sienten más jueces, se van a Barcelona. El período formativo son 15 meses y las 'leyendas urbanas' sobre ambos sitios llenan las bibliotecas donde los aspirantes fantasean con su futuro y con sus sueños. «Los mejores meses de la vida del opositor suelen desarrollarse en las escuelas de prácticas», según el juez del TSJ. «El cambio es espectacular después de tantos años viviendo sólo para estudiar. Te juntas en Madrid o en Barcelona con cien o doscientas personas en tu misma situación, con las que compartes muchas cosas y con las que se forjan lazos fuertes de amistad. Tienes un pequeño sueldo y empiezas a trabajar sobre el terreno». Entre clase y prácticas, ya se puede asistir a deliciosas fiestas, cenas, comidas, desayunos sin haber dormido y hasta comienzos de 'bonitas amistades' entre alumnos. Un verdadero 'paraíso' después de un buen 'purgatorio'. Pero aún hay que realizar alguna prueba más para ser juez o fiscal de pleno derecho. Y recibir la toga del padrino, claro. Algo que sucede, de media, a los 32 años.
Los sufrimientos y las penas, entonces, quedan definitivamente en un segundo plano, aunque siempre formarán parte del carné de jueces y fiscales, que sabrán durante toda su carrera lo que significa la palabra esfuerzo. La palabra sacrificio. Una pingüe ganancia aunque hayan 'perdido' algunos de los mejores años de su juventud. Pero no hay arrepentidos. Entre los que aprueban, huelga decirlo.
Desde las altas esferas del cuerpo de jueces de la Región de Murcia se da un valioso consejo para todos aquellos que estén a punto de ejercer. «El primer destino que se recibe es muy bonito. Suele ser un pueblo y eres una de las máximas autoridades del lugar. Pero a la vez que bonito, es muy peligroso. Muchos pasan de recibir capones en casa y escuchar 'nene, estudia' a todas horas a ver cómo dos guardias civiles se cuadran delante suyo. Entre una situación y otra puede pasar alrededor de un año, y a algunos les pasa factura. Como no estés ubicado, se puede perder el norte y tragarte el bastón de mando. En la carrera judicial hay que estar muy listo para no acabar siendo un imbécil».
He llorado en mi cuarto alguna tarde de verano». La frase es de un juez murciano, con varios años de ejercicio, que rememora su época de opositor. Aquellos 'maravillosos' años en los que estudiaba diez horas de media y en los que perdió muchas cosas. Casi tantas como las que ganó. Y no lloraba por el calor, precisamente. Las oposiciones a Judicatura (jueces y fiscales) son una de las más duras de la administración pública junto a las de Notaría, Registro o Abogado del Estado. Pruebas que exigen no menos de cuatro o cinco años de dedicación exclusiva, en el mejor de los casos.
En una época de profunda crisis económica y -por qué no decirlo- también de valores, el esfuerzo empieza a ser una especie en peligro de extinción, pero también una condición 'sine qua non' para salir del hoyo. Últimamente, la palabra 'funcionario' no suele relacionarse con esfuerzo, pero pasen y vean. Aquí, en la Región de Murcia, alrededor de cien personas están preparando estas oposiciones, según las estimaciones realizadas por diferentes fuentes consultadas. No hay datos concretos porque es una oposición nacional y en las listas no aparece el lugar de procedencia del aspirante. En total, más de 3.000 alumnos pelearán por una de las 400 plazas que ha dispuesto la convocatoria de este año, 250 de jueces y 150 de fiscales para todo el país. 'La Verdad' ha localizado a dos 'representantes' murcianos de esta carrera de fondo (uno de ellos casi ha ganado), a sus preparadores y a jueces de renombre para que cuenten con pelos y señales, en primera persona, cómo se supera un examen de estas características y las posibles consecuencias que acarrea el 'aislamiento social' que en muchas ocasiones se requiere para poder «sacar adelante los temas», como dicen ellos. Todo un pulso con la propia vida que algunos abandonan frustrados y que otros ganan con tinta -la sangre no llega al río-, sudor, y alguna que otra lágrima.
Un examen que son tres
Las oposiciones al cuerpo de jueces y fiscales del Estado se dividen en tres exámenes que se suelen desarrollar a lo largo del año. Cuando uno decide ponerse a ello, «se acabó la vida civil». Nadie aprueba en ese primer año. Tampoco en el segundo. Algunas 'deidades bibliotecarias' lo lograron en dos años y medio, como el juez del Tribunal Superior de Justicia de Murcia con

Animo!!!

1 comentario:

  1. Opositar en busca de un trabajo es la mejor manera de encontrar solución a la crisis económica y al desempleo reinante. Por este motivo vale la pena estudiar y presentarse a rendir con el objetivo de obtener un trabajo digno que asegure estabilidad económica y social.

    ResponderEliminar