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martes, 2 de noviembre de 2010

Mitos y leyendas sobre los funcionarios

Os traigo este reportaje escrito por C. Ibáñez en La Información:

Entran a dedo, tienen más vacaciones y mejores horarios, y no hacen bien su trabajo. Éstas son algunas de las críticas injustas que reciben los funcionarios españoles. Ellos fueron uno de los damnificados en el tijeretazo del Gobierno, pero sería difícil poner en marcha cada día todos los servicios públicos de este país si no estuvieron ellos.


Rosa, de 58 años, es enfermera. Trabaja en un hospital público con un complicado turno de mañanas, tardes y noches, que se alargan hasta 12 horas, y que cambia cada semana. Ella es funcionaria. Dani, de 29 años, es policía local de una de las principales ciudades españoles. No tiene un horario fijo y sus turnos son complejos, como los de Rosa. Él también es funcionario.

Sólo con estos dos ejemplos ya se pueden desmontar muchos de los mitos sobre los funcionarios españoles (más de tres millones) que hacen reales muchos de los servicios públicos del Estado del Bienestar en nuestro país. A continuación, desmontamos diez de las leyendas sobre los empleados públicos en España:


  • Mucho más que puestos en la Administración. Cuando pensamos en empleados públicos sin quererlo pensamos en los “funcionarios de ventanilla” y nos olvidamos de los más de 650.000 profesores, del medio millón de profesionales sanitarios, o de los cerca de 400.000 agentes de seguridad (desde ejército hasta bomberos, pasando por policías y funcionarios de prisiones, según los datos del sindicato independiente de funcionarios CSI-CSIF.
  • ¿La buena vida de los profesores? Es cierto que pueden algunos días libres más al año, pero también llevan a sus espaldas el estrés de tener que educar a las próximas generaciones del país. “Tener una enseñanza pública requiere tener profesores que eduquen a nuestros hijos desde que nacen hasta la universidad y esto se tiene que pagar”, señala el presidente del sindicato independiente de funcionarios CSI-CSIF, Domingo Fernández. Hace menos de un mes, el sindicato ANPE, mayoritario en la enseñanza pública, ha lanzado la campaña 'Yo también soy defensor del profesor', con el fin de impulsar el respeto a estos profesionales que, en ocasiones, llegan a vivir “situaciones dramáticas en el aula”. Según los datos de este sindicato, uno de cada cuatro docentes que acude al Defensor del Profesor denuncia acoso y amenazas de padres. La buena vida queda muy lejana para estos profesionales, aunque no son una mayoría.
  • No entran a dedo, sino tras un duro proceso de selección. ¿Quién no tiene un amigo o un familiar que ha estudiado unas oposiciones? Estas duras pruebas son las que garantizan el principio de igualdad que recoge la Constitución. Se busca elegir al mejor y al más capaz para cada puesto, explica la profesora Mª Amparo Salvador, profesora de Derecho Administrativo de la Universidad de Navarra. Los problemas empiezan cuando desde los poderes políticos se hace un uso no correcto del mecanismo al buscar triquiñuelas para que los trabajadores que han entrado como eventuales o cargos de confianza consigan la condición de funcionarios, lamenta Salvador. Aunque es cierto que estos son casos patológicos, no mayoritarios, pero son precisamente los que provocan que la gente se sienta defraudadas con el sistema.
  • ¿Trabajan duro? Una de las críticas más populares contra los funcionarios es que no trabajan. Seguro que en este punto no hablamos de profesores, sanitarios, policias, bomberos... Esta percepción puede llegarnos por el gran número de empleados públicos que hay las diferentes administraciones. Domingo Fernández, del sindicato CSI-CSIF, cree que la duplicación de las administraciones (central, autonómicas y locales) provoca el encarecimiento del sistema hasta tal punto que España “ya no lo puede sorportar”. “Cierto tipo de departamentos duplican y hasta triplican el número de puestos” a los que, además, se añade “el exceso de personal de confianza de los políticos” a cargo de las arcas públicas. Por ello, Alfonso López de la Osa, profesor doctor en Derecho Administrativo y Empleo Público en la Universidad Complutense de Madrid, cree que debería fomentarse un sistema que generase “una mayor productividad de los empleados públicos vía incentivos, complementos retributivos y promociones”, para que cada funcionario pudiera confeccionar su carrera conforme a sus propios objetivos, siempre que cumpla sus funciones.
  • ¿Son necesarios los funcionarios? Una de las ventajas del sistema de funcionarios es la “inmovilidad” que tienen en sus puestos, lo que les hace más inmunes y más imparciales a las influencias del poder político, explica la profesora Salvador, de la Universidad de Navarra. Al no cambiar al ritmo de los vaivenes políticos, el funcionario puede especializarse en su tarea y mejorar el servicio que ofrece. En opinión de Salvador, los funcionarios son una garantía al no depender del capricho de un político.
  • Un buen sueldo. Al tener una plaza fija tienes un sueldo garantizado, pero éste en muchos de los casos (siempre depende de las categorías) es inferior al que salario que puede llegar a pagar la empresa privada. Es cierto que los funcionarios, además de cobrar las retribuciones básicas, reciben los famosos trienios (un extra por cada tres años de servicio).
  • ¿Tienen más vacaciones? Aunque tiene, como el resto de trabajadores, 22 días hábiles al año de vacaciones, sí que es cierto que este número de días va aumentando según su antigüedad. Por ejemplo son 23 días tras 15 años trabajados, 24 días tras 20 años, 25 días tras 25 años y 26 tras 30 o más años de funcionario.
  • El trato al “cliente”. Los funcionarios tiene muy mala fama en su trato directo con la gente. Esta mala fama se ceba sobre todo con los funcionarios de ventanilla que, a veces, nos desespera con todos los trámites que nos obliga a hacer porque lo recoge la ley, puntualiza Domingo Fernández, de CSI-CSIF. Estos papeleos en la administración española, asegura Fernández, son cada vez menos gracias al impulso que está teniendo la administración electrónica. “Hay que simplificar la burocracia de las normas”.
  • Un complicado ascenso. La promoción interna en una empresa privada es más fácil que el proceso de un empleado público. López de la Osa, profesor de Derecho Administrativo, explica que el funcionario sólo puede ser promovido en función de su trabajo, productividad y de su antigüedad.
  • Plaza de por vida. Es cierto que los funcionarios no pueden ser despedidos, pero sí que pueden ser sancionados y esto les puede acarrear la pérdida de su plaza. Un ejemplo muy conocido es el de Baltasar Garzón, suspendido cauterlarmente de su plaza como titular del juzgado de instrucción número 5 de la Audiencia Nacional por los procesos abiertos en el Supremo contra él. La profesora Salvador, de la Universidad de Navarra, cree que el derecho disciplinario que castiga o sanciona al funcionario es poco efectivo, porque se tiene que hacer algo muy tremendo para abrir un expediente. Los mecanismos para controlar que el funcionario no se apalanque en su actividad no son eficientes, señala la docente, que apunta que existe una falta de motivación que ilusione e implique al funcionario para impedir su acomodamiento. En este mismo sentido, López de la Osa, de la Universidad Complutense de Madrid, cree que la estabilidad de la administración se perdería si los empleados públicos pudiesen ser “despedidos”.
Animo!!!


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