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viernes, 13 de agosto de 2010

Medio siglo entre papeles

Os traigo esta noticia publicada en La Opinion de Tenerife escrita por  Naima Perez:
Con apenas 22 años, Araceli González Antón tenía muy claro lo que quería hacer. Con un abuelo, un padre y un hermano bibliotecarios, a esta lagunera la vocación le vino de casta. Se presentó a una plaza del cuerpo facultativo de archiveros y bibliotecarios y durante 30 años trabajó en Madrid como jefa de servicio en el Ministerio de Cultura. El tirón de su isla y la insistencia de Aureliano Yanes, durante muchos años secretario del Parlamento de Canarias, hizo que Araceli se presentara a las oposiciones para la biblioteca de la Cámara canaria, que se creaba entonces, en 1990. Hoy, tras 20 años al frente de este departamento, no quiere ni oír hablar de jubilación a sus 67 años.

La biblioteca del Parlamento de Canarias guarda en sus estanterías un material muy específico, que sirve como apoyo básico al trabajo de diputados, investigadores o doctorandos, incluso. Manuales de distintas ramas del Derecho, legislación por doquier, diarios de sesiones parlamentarias o boletines oficiales. En riguroso orden de llegada se coloca cada uno de los 10.000 volúmenes que se almacenan en este atípico "almacén", como lo denomina Araceli González Antón. No hay espacio para catalogar por temáticas, ni por fecha de publicación, ni por autores. Sin mesas ni sillas para consultas; sin bonitas estanterías de madera rococó; sin ejemplares inéditos de incalculable valor.

La jefa de este servicio de archivo y biblioteca de la Cámara canaria rompe con la errónea imagen que muchos tienen de una biblioteca. "Lo que hay en la biblioteca no interesa al público en general, por eso no es de acceso libre; aquí se puede encontrar el material que necesitan los diputados para preparar sus intervenciones", justifica. Incluso, entre estos fondos bibliográficos hay documentación única que no se halla en ninguna otra biblioteca pública: diarios de sesiones del Congreso y el Senado, el Diario de las Comunidades Europeas o los boletines de otras comunidades autónomas.

Antes de 1990, libros y otro tipo de documentación se apilaban sin orden ni concierto. Los fondos del Parlamento necesitaban ya una catalogación. Fue entonces cuando salió a concurso público la plaza a la que optó y ganó Araceli González Antón. ¿Por qué se vino a Tenerife después de 30 años en Madrid? "Pues supongo que la tierra tira, y también es verdad que Aureliano Yanes (durante años secretario del Parlamento) me convenció", responde.

Cosas de familia

La herencia familiar no siempre es genética o económica. En el caso de Araceli, la pasión por los libros se le pegó de sus ascendientes. Su abuelo fue director del Archivo Histórico Nacional y su padre ocupó también durante años la máxima responsabilidad en la biblioteca de la Universidad de La Laguna. La tendencia es saber si los hijos de Araceli han seguido su camino. "Tengo tres y ninguno ha elegido la biblioteca", se lamenta. Cosas de la vida. "Pero quizá los hijos de algún primo sí lo hagan", dice apresurada, como si quisiera dar por segura la supervivencia de esta tradición familiar.

 
A pesar de que Araceli se formó en la etapa en la que ni se imaginaba que las máquinas pudieran facilitar tanto su trabajo, hoy no ve una biblioteca sin ordenador y conexión a internet. "Sin él hoy no encontraríamos nada, porque cuanto más se compliquen y amplíen los fondos del Parlamento, más necesaria será la figura de un experto que sepa cómo buscar lo que tenemos", explica.

Pero hablar del trabajo de González Antón en estos últimos 20 años lleva obligatoriamente aparejada la mención a su equipo: dos ujieres, tres administrativos, un jefe de sección y un documentalista. La jefa es muy discreta y huye de las cámaras. "¿Una foto? ¿A mí? No, hombre, son ellos los que tienen que salir". Al final, el equipo al completo acepta una instantánea.

Catalogar, clasificar, registrar, sellar ... son algunas de las funciones rutinarias de este departamento que tiene que estar al día de las novedades bibliográficas que se incorporan al mercado y pueden valer para el trabajo de los diputados. "Aquí no hay nada en dinero y sí hay mucho en conocimiento", responde Araceli cuando se le pide una cifra que resuma el valor de los fondos del Parlamento.

Pero no sólo hay libros en las estanterías austeras de este almacén. Entre 450 y 500 revistas especializadas, a las que está suscrito el Parlamento y de periodicidad diversa, se reciben en la Cámara. Todo este material se compra a petición de los diputados, del propio servicio o, a veces, es donado por otras instituciones. La crisis realmente no ha lle gado a la biblioteca. "No tenemos reparo a la hora de adquirir un ejemplar, aunque estudiamos muy bien qué se necesita y nunca pedimos libros al tun tun", dice.

Animo!!!

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