El cambio social más espectacular y pacífico que hemos vivido en los últimos siglos en nuestra sociedad ha sido la plena participación de la mujer en la vida económica, social, política y cultural como un ser individual, dotado de personalidad y por fin, de todos los derechos humanos. Este avance, importante no sólo para la mujer sino para toda la sociedad, ya no tiene marcha atrás.
En los últimos 60 años y sobre todo a partir de la segunda guerra mundial, la mujer decide participar en el mundo laboral, conquistar la independencia económica y, alcanzar la realización profesional.
Hoy, las mujeres tienen menos fracaso escolar, representan la mayoría en la universidad y también son la mayoría de titulados superiores. Mayoritariamente tienen los mejores expedientes académicos y representan más del 60% de los ganadores de oposiciones. Trabajan en todos los oficios y ocupaciones y han participado en la gran transformación que ha experimentado toda la Unión Europea.
Estudios realizados, sobre todo en los EEUU, muestran que las empresas con más mujeres en puestos directivos obtienen mejores resultados. Grandes empresarias reconocen que el estilo femenino de dirección es tan bueno o mejor que el estilo masculino y, al menos, complementario para el buen gobierno de las organizaciones del siglo XXI Este es el talento femenino que se ha ido desarrollando en el último cuarto del siglo XX y en lo que llevamos del XXI. Sin embargo, este talento se pierde sistemáticamente por muchas y diversas razones.
Desde el Observatorio Mujer, Empresa y Economía de la Cámara de Comercio de Barcelona hemos realizado diversos estudios para investigar esta pérdida del talento femenino y cuantificar la cantidad a nivel económico. En 2008 se estimó el impacto económico de esta pérdida de talento femenino en el 0,5% del PIB catalán. Se investigó la trayectoria profesional de las mujeres profesionales y directivas de las empresas privadas y detectamos que una tercera parte de ellas abandonaban sus puestos de trabajo por diferentes causas, pero básicamente para poder conciliar su vida profesional con la privada y la maternidad . Estas mujeres mejor formadas que nunca y habiendo dado un rendimiento a las empresas y con una experiencia importante, a partir de los 35 años empiezan a caer como los soldaditos de plomo de un juego de niños.
Estamos investigando cuáles son estas "fugas de talento" que se dan en el recorrido profesional de una tercera parte de mujeres directivas. En el año 2009 presentamos el estudio sobre los MBA y como estos estudios por varias razones que explicaré en un próximo artículo, están organizados en clave masculina y llegan a comportarse como una discriminación indirecta por las mujeres. Ahora sólo avanzaré los datos: el 60% de los universitarios / as son mujeres pero esta proporción baja hasta el 25-30% en los estudios de postgrado y másters de gestión, lo que dificulta el acceso de las mujeres a cargos de dirección y, por tanto, a tener un papel relevante en la toma de decisiones en el mundo empresarial.
Estas mujeres que abandonan, aunque al cabo de unos años quieran volver al mercado laboral, les es muy difícil, y si lo hacen debe ser en lugares poco cualificados o bien como autónomas. Es una pérdida para ellas como personas. Pérdida de autoestima y pérdida de ser valoradas pero también es una pérdida grande para las empresas y las organizaciones y la sociedad que no hace un salto democrático.
Los estudios realizados por la Cámara en este ámbito se basan en que la diversidad de género es un factor de competitividad empresarial. Pero la dificultad de conciliar supone que una tercera parte de las mujeres profesionales y directivas deben renunciar al trabajo por razones de maternidad y cuidado de la familia.
¿Nos podemos permitir esta pérdida de talento femenino? ¿Cómo podemos conseguir una sociedad diversa, plural, igualitaria y democrática si no nos permitimos que las mujeres puedan compaginar sus vidas profesionales con la maternidad? Creemos que no. ¿El Estado del bienestar es viable si perdemos el talento de la mitad de la población?
Es necesario pues incrementar este talento y poner en valor a la mujer empresaria y directiva para capitalizar total y efectivamente la mitad del capital humano de nuestra economía. La mujer ahora marca tendencia a nivel global y es algo imprescindible para el avance de nuestra sociedad, y es un referente como productora y como consumidora.
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