sábado, 9 de octubre de 2010

Policías que para todo servían

Os traigo esta noticia "homenaje" que ha publicado La Opinión de Tenerife escrita por Laura Docampo:

El agente José Roberto Fresnedo resume sus 35 años de labor: "O llegaba cuando estaban muertos o corría detrás de los vivos"








El policía retirado José Roberto Fresnedo muestra la insignia de oro que le entregó el Ayuntamiento.
El policía retirado José Roberto Fresnedo muestra la insignia de oro que le entregó el Ayuntamiento.  manuel lérida

LA LAGUNA Se presentó a las oposiciones en 1974 más por necesidad que por vocación. Tenía seis hijos que alimentar y con su sueldo como funcionario interino de Correos no le alcanzaba para mantener el hogar. José Roberto Fresnedo dedicó 35 años al servicio de la Policía Local. Hace apenas unos días, el Ayuntamiento lo distinguió con la insignia de oro a su carrera, en la que fue testigo de la transición a la democracia, tuvo que ejercer tareas impensables hoy en día, y en la que, como él recuerda con ironía, tuvo que "ver muchos muertos y correr detrás de demasiados vivos".

Fresnedo nació en el santacrucero barrio de El Toscal y siendo aún muy joven se trasladó a La Laguna. Sus primeros trabajos fueron en la hostelería, pero aquello le parecía "demasiado sacrificado". También fue emigrante. A los 25 años se fue a trabajar a Holanda como carnicero de un matadero y de ahí pasó a una fábrica de botellas de plástico para refrescos. Tras dos años de morriña regresó a la Isla y consiguió un puesto en Correos. 

Con una familia que no dejaba de crecer y la incertidumbre de un cargo interino, a mediados de los setenta, cuando se abrieron las oposiciones para la Policía Local, se lanzó de cabeza. 

Entró con 29 años, casi al límite de la edad máxima permitida. Sus primeros años de rodaje los pasó vigilando las calles y organizando el tráfico. Un año más tarde se hizo con una plaza en el único destacamento que por ese entonces tenía la policía municipal de La Laguna. Funcionaba en la sede de la Alcaldía, donde ahora se ubican las oficinas de Comercio. Ahí, el espacio se repartía entre la jefatura del Cuerpo y la cárcel, que ocupaba las mismas dependencias. 

Para José Roberto Fresnedo fue fácil asumir las tareas administrativas que le asignaron. Había hecho un curso de escribiente en la escuela de suboficiales y "venía preparado", recuerda. 

En su promoción entraron 14 agentes, que sumados a los que había formaban una plantilla de 50 policías, una cuarta parte de los que tiene ahora el municipio. Pero además de ser pocos, el catálogo de tareas que debían asumir incluía todas las actuales más las de conducir las ambulancias y extinguir los incendios. "Lo único que nos faltaba era barrer la calle", apostilla con una risa contagiosa. 

Desde esa atalaya tan pegada a los problemas cotidianos de la sociedad lagunera, vivió la transición a la democracia, que según dice, "no trajo muchos cambios a nuestro día a día". La gran diferencia la marcó Adolfo Suárez, rememora el ex agente tinerfeño, que al llegar a la Presidencia ordenó un sustancial incremento salarial para los cuerpos de seguridad. 

Preguntado sobre si le ha tocado salvar alguna vida, reconoce jocoso: "Siempre me tocó llegar cuando ya estaban muertos o salir corriendo detrás de los vivos". "He perseguido a un montón de fugados que se escaparon del depósito que había en la calle Consistorio. Muchas veces salían huyendo por debajo del barranco Chamarga, que va desde el ambulatorio de la avenida Trinidad hasta Barrio Nuevo. Le aseguro que había que estar en buena forma para alcanzarlos". En esa época, los agentes contaban solo con tres coches patrulla, una "chivata" (furgón) y dos ambulancias. 

Echando la vista atrás reconoce que "hoy ser policía es bien distinto". Añora los tiempos en los que abundaba la camaradería y el esfuerzo voluntario. "La policía es como la familia: si son pocos se ayudan y si son muchos ni siquiera se conocen", sentencia. En su caso, dice haber tenido "la fortuna de conocer al 90% de la plantilla y contar con compañeros buenísimos", a los que ahora echa mucho de menos. "Entre sin vocación y casi 36 años después me fui obligado, porque si fuera por mí seguiría allí", afirma al hacer balance. Esta orgulloso de su trayectoria y se emociona hasta las lágrimas al confesar que es un ejemplo para uno de sus hijos que ha decidido seguir sus pasos y vestir el uniforme.

Animo!!!

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