"Había una 'C', una 'A', una 'E', una 'D'... Fui marcándolas con una 'X' y respondiendo a voleo". José Santos narra su hazaña con la mueca inocente de un niño al que acaban de pillar robando golosinas. Pese a ser analfabeto, este agricultor brasileño se presentó a las oposiciones para conseguir un empleo de vigilante en Ribeirão (Pernambuco)... y aprobó. Pero su suerte duró poco: al descubrir el secreto, las autoridades decidieron excluirlo de la prueba por no haber concluido sus estudios, requisito imprescindible para ganar la plaza.
José sólo pasó tres años en el colegio. Apenas le sirvieron para aprender a firmar y a descifrar el abecedario, aunque sin llegar a escribir o leer palabras. "Me sobraba poco tiempo para estudiar", reconoció al programa de Globo 'Jornal Hoje'. "Tenía que preocuparme del dinero. Cuando somos pequeños, sólo pensamos en el dinero. Y ahora puede que eso me haya perjudicado".
Su desconocimiento de la lengua no le impidió, sin embargo, moverse como pez en el agua entre las 15 preguntas de portugués, 10 de matemáticas y cinco de cultura general que se planteaban en el examen.
Sin tener ni idea de lo que decía el papel, fue eligiendo al azar sus respuestas y, como si de una lotería se tratase, acertó 21 de las 30. Desempeño suficiente para alcanzar la 44ª posición y adjudicarse así una de las 70 vacantes que daban derecho a un salario de 510 reales (casi 300 dólares), muy superior al que recibe por labrar las tierras.
Excluido del examen
El sueño de José tocó fin la semana pasada, cuando las sospechas llevaron a interrogar al candidato y éste admitió no tener el nivel escolar exigido para el cargo. "Tiene que presentar el certificado de enseñanza básica. Si no lo tiene, no puede asumir el trabajo", explicó Hipólito Guedes, fiscal del estado de Pernambuco.
Alertados por el Ministerio Público, los organizadores de la prueba decidieron retirar su nombre de la lista de los aprobados. José seguirá en el campo y otro vigilará por él las calles de Ribeirão.
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